Familia. Pablo Picasso |
Desde nuestro nacimiento, probablemente antes, formamos parte de distintos grupos: familia, pueblo, comunidad lingüística, país...y a medida que crecemos vamos creando nuevos vínculos, participando de nuevos sistemas: amistades, empresa, pareja e hijos.
Ya el psicoanálisis
supo dar importancia a los vínculos entre
hijo, madre y padre, pero es con el nacimiento de distintas
escuelas sistémicas cuando el poder del
“vínculo” es ampliado a toda la familia y otros sistemas; y plenamente
reconocido.
Con las Constelaciones Familiares, Bert Hellinger, ha sabido reconocer
las leyes según las cuales se desarrollan las identificaciones e implicaciones
entre los miembros de una familia, y ha desarrollado una terapéutica
sistémica y familiar.
Una terapeutica que habla del amor y el orden,
del derecho y la necesidad de pertenencia que todos los miembros de una familia
tenemos. Despojada de lo superfluo
enfoca directamente la solución.
Para crear una
constelación el cliente expone, de forma clara y concisa, el asunto que le
preocupa.
A partir de esta demanda, normalmente, el facilitador indica al cliente que elija entre los miembros del grupo a las personas que representarán a los miembros de su propio sistema.
El cliente sitúa a estos representantes en el espacio de trabajo, y a partir de esta “imagen expresada” y basándose en los movimientos interiores manifestados por los representantes, el facilitador acompaña al cliente a través de un proceso de reconocimiento de su propia realidad personal, proponiendo una “nueva” imagen sanadora, basada en la integración y el orden en el amor.
Es una experiencia que enriquece y clarifica a todo el que la vive, tanto al cliente, como a los representantes, como a los miembros del grupo que acompañan el trabajo con su presencia activa.
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